Abel de Lima Salazar no solo fue el médico e investigador científico, hasta hoy conocido por sus logros, sino también escritor, crítico de arte, ensayista y artista visual. Aunque su nombre está indisolublemente ligado a Porto, Guimarães fue la ciudad que lo vio nacer el 19 de julio de 1889.
Estudiante de excelencia, Abel Salazar finaliza el curso de medicina en la Escuela Médico-Quirúrgica de Oporto presentando su tesis inaugural “Ensayo sobre Psicología Filosófica” que acaba clasificada con 20 valores.
A la edad de 30 años, 3 años después de completar sus estudios, es nombrado Catedrático de Histología y Embriología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Oporto, y finalmente funda y dirige el Instituto Universitario de Histología y Embriología, todavía en funcionamiento hoy.
Su labor investigadora fue rápidamente reconocida y difundida, alcanzando fama mundial, debido a las numerosas publicaciones de artículos en revistas científicas, portuguesas y extranjeras.
Como investigador, contribuyó, en particular, con trabajos relacionados con la estructura y evolución del ovario, creando el ahora famoso, y aún utilizado, método de tinción tanoférrico de Salazar.
Sin embargo, el trabajo tan intenso que desarrolló, incluso en condiciones muy adversas, provocó un agotamiento y la interrupción de esta actividad, por un período de cuatro años.
Terminaría entonces dedicándose con diligencia a la elaboración y publicación de textos de carácter científico, involucrándose también en la práctica artística de la que fue un destacado representante, especialmente en la pintura, el grabado y el cobre martillado.
Este hombre polifacético, cuyo lema era “El médico que sólo conoce la medicina, ni la medicina sabe”, uno de los más grandes intelectuales portugueses de su tiempo, sólo en 1941, se reintegró en la Universidad, en el laboratorio de la Facultad de Farmacia de Porto
Murió en 1946, en Lisboa, donde estaba siendo tratado por un cáncer de pulmón. Tenía 57 años y fumaba mucho. El cuerpo fue trasladado a la ciudad de Porto, donde fue depositado en el cementerio Prado Repouso.
Hoy en día, su nombre está inmortalizado a través del Instituto de Ciencias Biomédicas Abel Salazar, la plaza, donde se encuentran el Hospital Santo António, los Colegios Secundarios y la Casa-Museo Abel Salazar.
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