Comenzó estando ligada a los caballos, ha sido una calle frecuentada por quien quería comprar muebles y actualmente es un lugar cosmopolita, en el que es posible encontrar restaurantes con gastronomía de todo el mundo.
La designación de “picaría” parece ser anterior a la propia calle y pudiera indicar que en aquel lugar, o en sus inmediaciones, existió un picadero. La calle empezó a ser planificada en el siglo XVIII, en un momento en que esta zona de la ciudad, aún bastante rural, fue urbanizada y modernizada.
Pavimentada a finales de los años 30, esta calle fue, durante décadas, ocupada por carpinteros y pequeñas tiendas de muebles. En ausencia de escaparates, los paseos estrechos estaban ocupados muchas veces por pequeñas estanterías y bancos de madera. Era también en estos carpinteros donde se hacían las cajas de pino usadas por los portugueses que, en los siglos XIX y XX, emigraban hacia Brasil en busca de trabajo y riqueza.
Aquella zona tiene también tradición de animación nocturna, habiendo existido allí dos cabarets famosos. La abertura de la calle de Ceuta, en el siglo XX, llevó a que algunas casas de las inmediaciones fueran demolidas. La Travessa da Picaria desapareció, pero la calle se ha mantenido hasta nuestros días.
Actualmente, la calle da Picaria es uno de los lugares más animados de Oporto, dada la gran diversidad de restaurantes y las diferentes opciones gastronómicas que ofrece.
Curiosidades:
La Compañía de Teléfonos Anglo Portuguesa se instaló en la calle da Picaria construyendo allí un edificio que actualmente pertenece a una empresa de comunicaciones. Las cabinas telefónicas rojas, que aún existen en algunas calles de Oporto, son un vestigio de esta empresa luso-británica.
En el número 49 creció Francisco Sá Carneiro, Primer Ministro de Portugal fallecido en 1980. Al otro lado de la calle tenía su despacho de abogacía.
En el cruce de la calle da Picaria con la calle de Ceuta estuvo, en otra época, el Tribunal donde el escritor Camilo Castelo Branco fue juzgado por el crimen de adulterio. Su relación con Ana Plácido, mujer de un próspero comerciante, chocó con la sociedad portuense del siglo XIX.
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