En el cementerio de Agramonte, en la zona de Boavista, una gigantesca arca cubierta de hierros quemados y retorcidos recuerda una de las mayores tragedias de la ciudad.
En la noche del 20 de marzo de 1888, un violento incendio destruyó completamente el Teatro Baquet, un edificio con dos entradas (por la calle de Sá da Bandeira y la calle de San Antonio, actual calle 31 de Janeiro). Esa noche fatídica, la sala estaba llena y en el escenario se representaba una obra cómica. En un cambio de escenario, uno de los telones tocó una llama de iluminación de gas. Debido a los materiales, a la antigüedad del edificio y a la inexistencia de un plan de seguridad, el fuego se propagó rápidamente y 120 personas murieron en esa tragedia.
El incendio llevó a que fuesen redoblados los planes de seguridad en todas las salas de espectáculos de la ciudad y, para que tal desgracia no fuese nunca olvidada se construyó un monumento en el Cementerio de Agramonte. El mausoleo, que aún hoy día desconcierta a quien desconoce este episodio de la historia de la ciudad, fue realizado con trozos de hierro y tiene en su parte superior una corona de mártires, también en hierro.
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